Cuando alguien se endiosa, se propone como libertador y esclaviza peor que todos los demás: Mons. Eugenio Coter

Cuando alguien se endiosa, se propone como libertador y esclaviza peor que todos los demás: Mons. Eugenio Coter

El que es honesto frente a la historia, frente a la realidad, no quiere
pintarse de ser el mejor, no lo necesita

Los jefes que tendrían que ser los que transmiten la voluntad de Dios
para el pueblo, son los más lejanos

No busquemos “salvadorcitos” que prometen el reino de la tierra
pidamos luz que nos hace libres

Los que se endiosan buscan en Dios una ventaja para sí, la tentación
de usar a Dios permanente

¿Cuántas veces la tentación es dejar que las cosas justas las hagan los
demás?

El buen ladrón no le pide a Jesús una ventaja, le pide que tome en
cuenta su vida a pesar de ser la vida de un ladrón

El buen ladrón hace la más grande profesión de fe: “Acuérdate de mí
cuando seas en tu reino”

 

 

Homilía de Mons. Eugenio Coter
Obispo del Vicariato Apostólico de Pando
Presidente de la Comisión Episcopal de Comunicación
Solemnidad de Cristo Rey
20 de noviembre de 2022

 

¿Cómo ser discípulos de Jesús?
Por estos domingos hemos seguido el Evangelio de Lucas, sobre todo en el camino de Jesús hacia
Jerusalén, recogiendo las indicaciones que en este evangelio Lucas nos da: ¿Cómo ser discípulos
de Jesús? o ¿Cómo no ser discípulos de Jesús?
Hemos visto la característica de este discípulo, hoy llegamos al momento culmen de la muerte de
Jesús y encontramos dos o cuatro realidades alrededor de Jesús, los capos de los sacerdotes, los
guardias, el ladrón malo, el ladrón que definimos bueno y la gente, son cinco grupos.
¿Cuántas veces la tentación es dejar que las cosas justas las hagan los demás?
La gente está mirando a ver lo que sucede, no se mete, no toma papel en el asunto y cuántas veces
la tentación es dejar que las cosas justas las hagan los demás. Nosotros vamos a mirar, si resulta,
ni aprovechamos, si no resulta, nosotros no somos responsables, no nos hemos puesto al medio.
La gente y atención que ya esto nos hace pensar en qué actitud está, el discípulo no es la imagen
de los que no se meten.
Los jefes que tendrían que ser los que transmiten la voluntad de Dios para el pueblo son los más
lejanos
La segunda indicación, los jefes que se burlan de Jesús, se burlan de esta víctima inocente, “ha
salvado a otros que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido”.
Lucas ha empezado su evangelio con la tentación del desierto, “si Tu te tiras de aquí te voy a
salvar, si tu me adoras te voy a dar los reinos del mundo”, es la tentación que se expresa de la
figura de los jefes… interesante, los jefes que tendrían que ser para el pueblo judío los que
transmiten la voluntad de Dios, los que ayudan a identificar la voluntad de Dios son los más lejanos
de reconocer el camino de Dios.
Cuando alguien se endiosa se propone como libertador y esclaviza peor que todos los demás
Cuando alguien se endiosa no permite ni a los demás alcanzar el verdadero encuentro con Dios.
Cuando alguien se endiosa a sí mismo trastoca toda la realidad y se vuelve incapaz, y no solo eso,
se vuelve obstáculo en el camino de los demás y cuantas veces el Papa Francisco nos lo ha
recordado y cuantas veces hay personas que se endiosan así mismo, botan a Dios porque dicen que
hace esclavos y se proponen ellos como los libertadores y acaban de esclavizar peor que todos los
demás.
Los que se endiosan buscan en Dios una ventaja para sí, la tentación de usar a dios es una
tentación permanente
Atención a los que se endiosan, porque frente a ellos tenemos nuestra dignidad, entonces el mal
ladrón, el que definimos malo. Ni el bueno estaba tan bueno, estaba en la cruz, pero el malo el que
retó al maestro dijo: “No eres tu el mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros”. Está la imagen del
discípulo que no es discípulo, del discípulo que busca en Dios una ventaja para sí, “¿Eres Dios?”
“¡sálvate y ayúdame ¡” “Si no ¿qué Dios eres? Si no me ayudas eres un Dios inútil”
La tentación de usarlo a Dios es una tentación siempre, en todas las religiones de hecho y tampoco
los discípulos de Jesús son exentos de esta tentación, tampoco somos nosotros de buscar en Dios
una ventaja.
Los milagros no suscitan la fe, es la fe la que suscita los milagros.
“¿Tu eres Dios? ¡Ayúdame! ¿Sí eres Dios? ¡ayúdate y ayúdame!” esto es lo que pide, no es lo
que Jesús viene a hacer, no está en esto porque todavía es la tentación de comienzo de los
evangelios de Lucas “que estas piedras se vuelvan pan, ¿tienes hambre? Un milagrito y listo así
todo el mundo te va a creer” como si los milagros abriesen el corazón de la gente a la fe. Dicen
los teólogos, los milagros no suscitan la fe, es la fe que suscita los milagros. Entonces el ladrón
malo retoma la tentación del diablo, junto con los jefes de los sacerdotes porque al fin el busca
ventaja para sí mismo y ¿si un Dios no me da ventaja, para qué lo tengo?
El que es honesto frente a la historia, frente a la realidad, no quiere pintarse de ser el mejor, no
lo necesita
Es verdad que todavía el riesgo que también en nuestro corazón estemos en esta actitud global, de
ahí que vamos al buen ladrón. El buen ladrón es capaz de dar palabra que nos ilumina a nosotros,
¿No tienes temor de Dios tu que sufres la misma pena que Él? Y Nosotros la sufrimos justamente
porque pagamos nuestras culpas. Es honesto, frente al mundo, frente a la realidad, frente a la
historia y frente a sí mismo, se conoce, sabe de sus debilidades, entonces no necesita aparentar hay
poco que aparentar en la cruz, hay poco que aparentar en esta situación. El ladrón, el que es honesto
frente a la historia, frente a la realidad, no quiere pintarse de ser el mejor, no lo necesita y es capaz
de iluminar también al otro, decirle: “Mira esta es la realidad y el no ha hecho nada malo”, sabe
reconocer el bien y el mal, sabe reconocer dónde está el inocente hasta victimizado pero inocente.
El buen ladrón es honesto frente a la historia y frente a si mismo.
El ladrón, el discípulo que es ladrón en esto es honesto frente a la historia y frente a sí mismo, sabe
leer la historia con estos ojos y aquí viene esta cosa extraordinaria: “Jesús acuérdate de mí cuando
llegarás a tu reino” Tiene adelante uno que en vez del trono está en una cruz, tiene adelante uno
que está muriendo, frente al cual Pilato le ha preguntado: “¿Tú eres Rey?” Cuando Jesús le dice
“sí, yo lo soy. Tú lo dices” no lo toma en serio y dice: “este está chipado”
El buen ladrón no le pide a Jesús una ventaja, le pide que tome en cuenta su vida a pesar de ser
la vida de un ladrón
El ladrón en la cruz, en esta situación cree que Jesús no es un loco, cree que Jesús de verdad es un
Rey capaz de dar salvación mientras está muriendo, responde cuando está muriendo Jesús que es
capaz de dar salvación para todos, y cree que es capaz de salvarlo a el y no le pide bajar de la cruz
ni para Jesús ni para él, no pide esto, no pide una ventaja, solo le pide que tome en cuenta su vida
a pesar de ser la vida de un ladrón, la vida de uno que ha construido nada de bueno en su historia.
Lo entrega todo a Jesús, cómo habrá sido capaz de tanta fe en una situación tan absurda de creer
que el que moría a su lado no era un loco, sino de verdad era un Rey de una realidad que no se ve,
pero es tan real cuanto la que se ve y aún más.
El buen ladrón hace la más grande profesión de fe: “Acuérdate de mi cuando seas en tu reino”
Cómo habrá podido el ladrón llegar a esta altura, no la hay en ningún Evangelio, quizás María pero
en una condición totalmente distinta, mucho más fácil o complicada, esta se vuelve de golpe la
imagen del ladrón y allí donde los demás apóstoles y discípulos que tenían que creer en Él, han
escapado, el ladrón es el que hace la más grande expresión de fe: “Acuérdate de mi cuando seas
en tu reino” esa es la imagen del discípulo, un discípulo que cree que este Jesús nos hace ver una
realidad que no se ve aparentemente pero que es real y que está en la historia y que está en la
eternidad. Este es el corazón del discípulo que cree que, a pesar del mundo lleno de maldad, lleno
de violencia, lleno de demonios, lleno de enfrentamientos, Dios actúa misteriosamente con una
historia de salvación más allá de todo esto. No se ve, pero es real. No se hace sentir, no truena,
pero es verdad y a esta manera de vivir y de ser a pesar de que significa muerte por que él no pide
ser salvado de la muerte, sólo pide que se recuerde de él, el discípulo es el que no se preocupa de
su muerte, sino que se confía y pide a Dios: Ayúdame a estar en esta historia de salvación.
La salvación que ofrece Jesús es hoy, es presente, ofrece el regalo de la eternidad a todos
nosotros
Y Jesús responde “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso” la promesa es del hoy,
interesante Lucas en su Evangelio seis veces habla del hoy diciendo “hoy la salvación” empieza
el evangelio con el anuncio de los pastores, “hoy les ha nacido el Salvador, el Cristo Señor, vayan
y busquen hoy” Y empieza así el Evangelio y después de otras cinco veces llegamos a esta palabra
del Evangelio “Hoy estarás conmigo en el paraíso” La salvación de Jesús es Hoy, es dentro de
nuestra historia y ya es presente. Esto es lo que encontramos y es una historia en la cual nos
consignamos desde nuestra fragilidad, no le pide conversión, no le pide cambio de vida ni hay más
tiempo para hacerlo, pero Jesús responde en el momento de la muerte, responde con este regalo de
la eternidad, esto lo hace a todos nosotros que queremos, confiarnos en Jesús, que queremos
confiarnos en Él para que esta historia de salvación se vuelva hoy historia de salvación.
A veces no sabemos de qué tiene que salvarnos Dios, pero buscamos salvadores
Y dentro de la realidad estamos llamados a construir este hoy aparentemente invisible pero real,
del cual necesitamos -interesante porque aquí viene el problema- recordaba un predicador que en
su entusiasmo de joven sacerdote, el día de la Primera Comunión había pedido a los niños de la
Primera Comunión que hiciesen la oración de los fieles. Una niñita dijo: “Gracias Jesús por
salvarnos, pero no sé de qué” El problema es que a veces no sabemos de qué tiene que salvarnos
Dios, pero buscamos salvadores en nuestra economía, buscamos el salvador en la vida social,
buscamos al político que sea el salvador y posiblemente que no nos pida sacrificios, en la historia
buscamos salvador en el futbol, ¡hay!, nos hemos salvado.
¿Cuántas veces utilizamos la palabra salvador y cuando estamos delante de Dios no sabemos de
qué tiene que salvarnos? Eso puede ser que tenga salvarnos propio de nuestra ceguera, esta ceguera
que es luz misteriosamente en el corazón y en la cabeza de este ladrón que se vuelve para todos,
la imagen del discípulo.
No busquemos “salvadorcitos” que prometen el reino de la tierra pidamos luz que nos hace
libres
No busquemos salvadores, “salvadorcitos” que prometen el reino de la tierra, pidamos esta luz que
nos hace libres, porque vean que la gente ha quedado esclava de los que le prometen salvación, los
jefes de los sacerdotes son los prometedores de salvación y son esclavos del aplauso de la gente y
necesitan seguir estafándola para quedarse donde están, los guardias son frustrados y sumisos y se
desquitan con los más débiles.
La Salvación es hoy dentro de mi historia, dentro mi sociedad en la realidad de hoy
El ladrón malo busca una ventaja y los verdaderos que alcanzan la salvación siguen siendo este
discípulo raro que nos presenta Lucas al final de su Evangelio, en la cruz al lado de Jesús. El único
que ha entendido la salvación y que es capaz de alcanzarla, no al futuro, sino hoy, porque la
salvación es hoy, dentro de mi historia hoy, dentro mi sociedad en la realidad de hoy.