Jornada Mundial Abuelos: En Roma, la excelencia del Instituto San Miguel
Emanuela Campanile – Vatican News
Roma, Piazzale Antonio Tosti. Aquí, en una superficie de unos 120.000 metros cuadrados, se encuentra el complejo de edificios del Intituto Romano de San Miguel, columna vertebral y alma del barrio de Tor Marancia. Estamos en una zona suburbana que, como nos enseña la historia, siempre ha optado por «poner a los más frágiles» en el centro. Una antigua vocación que responde a la invitación del Papa Francisco de dedicar el cuarto domingo de julio a los abuelos y a los ancianos. Celebrar el don de la vejez, subrayó el Pontífice en el Ángelus del 31 de enero de 2021, significa recordar a quienes custodian y transmiten la vida y la fe. El actual Instituto Romano de San Miguel surgió hace un siglo de la fusión de dos organizaciones benéficas: el «Hospicio de San Miguel» y el «Orfanato de Santa María de los Ángeles». Pero la gran experiencia de asistencia a los más necesitados tiene quinientos años, el primer núcleo se remonta a 1582, durante el papado de Sixto V. Hoy en día, este patrimonio profesional y humano se ha transformado en la mayor Autoridad Pública de Servicios a la Persona (ASP) de Roma, que asume el reto de cuidar a las personas mayores en un período de profundos cambios no sólo a nivel nacional. En un contexto global de pandemia, el desafío se ha hecho mucho más duro: a lo largo de los meses de encierro, San Miguel ha invertido sus energías y habilidades para proteger a los residentes del Covid y del dolor del aislamiento. Este camino se abordó aplicando la comunicación y la cercanía emocional, gracias también a la profesionalidad y la profundidad humana de los operadores. El presidente del Instituto, Luca Petrucci, lo explica en la entrevista.
El Instituto Romano San Miguel ha sido una parte importante del sistema de solidaridad durante más de quinientos años, proporcionando asistencia material y espiritual a los pobres y trabajando para combatir las desigualdades sociales. Durante el lockdown, el Instituto se comprometió a poner en marcha una red de comunicación, actividades y espacios de forma segura y controlada, capaz de mantener unidas a las familias y de garantizar a nuestros frágiles ancianos una vida cotidiana de serenidad y protección, a pesar del distanciamiento impuesto por la pandemia. Como sabemos, la pandemia alteró la relación entre los ancianos y sus familiares, haciendo imposible el contacto directo y las visitas al principio. El Instituto afrontó este doloroso periodo reforzando la relación de ayuda, aumentando la cercanía afectiva de los agentes sanitarios con los huéspedes y garantizando a nuestros ancianos, especialmente a los que se encuentran aislados debido al Covid, un apoyo psicológico constante por parte de nuestra psicóloga.
La relación entre los huéspedes y sus familiares siempre ha sido una prioridad para nosotros. El Instituto ha comprendido la necesidad de construir un puente relacional y humano necesario para el bienestar psicológico de la persona. Con este objetivo, hemos permitido a nuestros huéspedes ponerse en contacto con sus seres queridos desde el principio de la emergencia sanitaria, estableciendo una red de comunicación digital a distancia y, en una segunda fase, equipando la «sala de los abrazos» para fomentar el contacto físico entre los huéspedes y sus seres queridos.
El Instituto no se limita a prestar servicios asistenciales, ya que su misión es también abordar los cambios sociales, económicos y antropológicos de nuestro país. ¿Cómo responden a este desafío de los tiempos?
El Instituto Romano San Miguel tiene como objetivo concreto la integración interinstitucional entre los municipios y las autoridades sanitarias y la colaboración entre todos los actores del tercer sector, no sólo en el ámbito de la senescencia, para dar respuestas tangibles a las numerosas situaciones de pobreza y marginación que a menudo se enfrentan a situaciones de indiferencia y abandono. El Instituto está preparado para responder a estas necesidades, posicionándose como un centro especializado de excelencia capaz de ofrecer no sólo servicios sanitarios, sino de dar respuestas completas a las demandas de salud, socialización, serenidad y bienestar físico y psicológico de la población. La presencia de actividades recreativas y expresivas promueve no sólo el envejecimiento activo y saludable, sino también la importancia de la socialización entre los huéspedes y la necesidad de poner a la «persona» en el centro del proceso de atención.
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