A DIOS LO ENCONTRAMOS EN LA HUMILDAD DE NUESTRO CORAZÓN
La puerta que nos permite el encuentro con Dios no está distante como nos empeñamos en interpretar: esta en nosotros mismos. Esta vision -acorde con el Evangelio- es la que nos permite dar el paso para entrar al mundo de amor y misericordia que Jesús nos enseñó: es la puerta de retorno al Padre.
Con esta visión el Obispo de Pando, monseñor Eugenio Coter, abordó el Evangelio de este domingo para exhortar a todos los niveles sociales, en la familia o el quehacer social a tener en cuenta que la puerta que hay que pasar es la puerta del servicio al projimo, al hermano; lo demás es claramente no ver ni escuchar el llamado que se nos ha hecho.
Humildad
A Dios lo encontramos en nuestra humildad y en las cosas grandes que tenemos en el corazón. Y Jesús dice, yo soy la puerta, entonces no solo es la puerta de la relación contigo, sino con la comunidad, y el que pasa por esta puerta pasa por Jesús”, dijo el monseñor Eugenio Coter.
En su homilia, expresada en la Catedral Nuestra Señora del Carmen de Riberalta (a donde retorno después de intensas actividades en el Vicariato de Reyes, a donde fue delegado por la Jerarquía Eclesiástica como Administrador) reflexionó sobre el tema que dentro de la misma labor eclesial:
«En muchos monasterios, la celda de los monjes o de las monjas para entrar era y es más pequeña de lo normal para reconocer la humildad, para recordar que lo que buscamos es un encuentro con Dios».
Explico que esta actitud es mu diferente a la apariencia de abrir todas la puertas a sabiendas que entrara de todo.
Verdadera humildad
“La persona (verdaderamente comprometida) sabe estar en la vida y delante de Dios con sentimientos de humildad que le ayudan a reconocer su grandeza, pero la grandeza verdadera, que es la grandeza del amor, y al mismo tiempo es capaz de reconocer la propia fragilidad y la voluntad de vivir un cambio continuo”.
“Pidamos al Señor la posibilidad de pasar por esta puerta estrecha». Asi entenderemos el porqué del: los últimos que no serán los primeros.
Resplandecer la humanidad
En la vida cotidiana, el Cristiano comprometido, está obligado a ver objetivamente la irrealidad para no caer en errores que afecta al prójimo. Y en este plano hay muchos cuadros que necesitam ver con amor la puerta angosta y la puerta ancha.
Hizo notar que es un tema difícil. El.mismo Jesús se refirió al tema cuando iba a Jerusalén: la Jerusalén del cielo, donde todo sera claro también la puerta ancha.
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